08 febbraio 2009

Con il bavaglio alle radio non si vince, parola di Perón

Ancora a proposito di populismo. E di Argentina. La Nacion di oggi pubblica un bell'editoriale di Pablo Sirvén, il segretario di redazione del giornale, grande esperto e autore di libri sui mezzi di comunicazione durante il peronismo. L'articolo di Sirvén è tutto dedicato alla museruola che i governi argentini, oggi con la famiglia presidenziale Kirchner, prima con i Perón, cerca di mettere alla stampa, alla televisione e alla radio. Si parte naturalmente dal caso Nelson Castro, il notista politico cacciato da una Radio Del Plata posseduta, guarda caso, da una grande impresa di costruzioni molto vicina ai Kirchner. Ma ci sono molti altri esempi che Sirvén cita puntualmente, insieme a una dichiarazione strappata a Perón in persona, che dopo aver fatto di tutto per asservire i media al suo voler sovrano osservava, con filosofia, che i suoi successi elettorali erano arrivati proprio quando i mezzi di comunicazione gli erano contro. E che l'unica sconfitta, quella del 1955, arrivò da un elettorato che ascoltava solo voci favorevoli. De manera que, - dice l'inventore del populismo moderno - vamos, todo es relativo en esta vida.
Entrelíneas

La hora de disciplinar a los micrófonos

Primero se doblegó a la televisión; luego se vertieron millones sobre la prensa adicta, y ahora es el turno de domar a la radio

Domingo 8 de febrero de 2009 Por Pablo Sirvén

Néstor Kirchner (no Barack Obama, como cree Cristina) copia (malamente) al Perón autoritario de los primeros tiempos (1946-55) en su continuado y persistente movimiento de pinzas para ahogar o acorralar al periodismo que no le es adicto.
Primero se metió en el bolsillo a la TV otorgándole, en 2005, diez años más de licencia a cambio de silencio, indiferencia o, a lo sumo, mirada tibia sobre los actos de su gobierno y el de su mujer. El pacto todavía funciona a las mil maravillas: la pantalla chica puede descarrilar a cualquier hora del día con constantes procacidades y amarillismos sin ser molestada jamás por el Comfer.
Después, elevó casi en diez veces la pauta oficial, que reparte con más generosidad entre aquellos que profesan fervientemente el culto oficialista. Luego auspició una cantidad insólita de publicaciones y pasquines de exigua o nula circulación. Pero llamaba la atención que no "atendiera" con el mismo ímpetu otro frente mediático poderoso, de llegada instantánea y de gran credibilidad popular, como la radio.
No conforme con contar con la incondicional simpatía de la emisora más oída (Radio 10), la militante radio de las Madres de Plaza de Mayo y haber corrido de Radio Nacional de manera más que desprolija a Pepe Eliaschev a fines de 2005, de a poco el éter va virando en los últimos tiempos a una innegable tonalidad kirchnerista. Siendo la radio un medio de escasa o hasta nula rentabilidad es curiosa la avidez repentina de grupos empresarios que, al calor del poder, acceden a los micrófonos (Raúl Moneta tiene Radio Belgrano; el Grupo Spolski controla Aspen, América y Del Plata; Luis Cetrá tolera que Rivadavia se torne más oficialista, y Electroingeniería desembarcó ruidosamente también en Del Plata, al eyectar de su programación a Nelson Castro).
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"Ahora van a tener que marcar el paso todos y lo que te pasó a vos, también les puede ocurrir a los otros. Decíselo a ellos no más", le espetó, en 1947, Eva Perón a don Jaime Yankelevich tras la momentánea clausura de su emisora, la por entonces superescuchada Radio Belgrano. Lo que pasó en aquella época fue sorprendente: tanto Yankelevich como sus principales colegas radiales fueron "invitados" a venderle al Estado sus radios, si no querían exponerse a la persecución de molestas inspecciones y perder sus licencias por las razones más nimias. Para los más dóciles había un perverso premio: podían continuar al frente de sus ondas, pero no ya como empresarios privados, sino como solapados funcionarios estatales. El dinero necesario para efectivizar la cesión salía del Instituto Argentino de Promoción Industrial (IAPI), pero el traspaso no era publicado en el Boletín Oficial. Todo debía parecer "espontáneo".
Previamente hubo un trabajo de "ablande": la Federación de Trabajadores del Espectáculo Público había declarado una huelga que enmudeció a las emisoras independientes que entraron en cadena con Radio del Estado para revertir el silencio impuesto. Viene también al caso hacer memoria (ahora que el gremio de camioneros, que lidera el pope cegetista Hugo Moyano, intenta absorber el reparto de periódicos y revistas) sobre que el largo y cruento proceso que desembocó en la confiscación del diario La Prensa , en 1951, comenzó con un conflicto surgido precisamente en el Sindicato de Distribuidores de Diarios, Revistas y Afines.
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Ha caído Nelson Castro de la manera más artera posible (no se lo dejó siquiera despedirse de su audiencia y se le rescinde el contrato cuando ya la temporada radial está jugada, así no se puede reinsertar en ningún medio). La empresa que lo tenía contratado no se dignó explicar en su escueto y soviético comunicado público las razones de tan sorpresiva decisión. Como si fuese poco ahora, desde Radio Mitre, lo hostigan con chistes hostiles.
Si hasta no hace mucho el poder K actuaba por la periferia (captando o creando ondas poco significativas o "alquilando" la línea editorial de algunas más poderosas con su multimillonario y constante flujo de dinero), el desembozado ataque a un "número 1" como Castro significa una señal clara de que la ofensiva oficial sobre los medios entró en una fase de acentuación rotunda, ya sin ocultamientos cosmetológicos, en consonancia con la crucial necesidad del kirchnerismo de salir airoso en las elecciones legislativas de este año.
Bajo esa luz deben leerse las últimas significativas movidas en la materia: la promoción de Alfredo Scocimarro, vocero de Néstor Kirchner, a un lugar clave de la Secretaría de Medios; el otorgamiento de una veintena de licencias radiales en el interior, y la creación de una dirección de medios comunitarios para hacer llover dinero en cantidad que aliente más voces y plumas afines.
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Ya que se pretende que hasta Obama siga al primer Perón, no está de más recordar una vez más una lúcida autocrítica del último Perón, acaso más sabio que el anterior: "En 1945, todos los medios masivos de comunicación estaban contra nosotros y ganamos las elecciones. En 1955, todos estaban a favor de nosotros, porque eran nuestros la mayor parte, y nos echaron, y en 1972 estaban todos en contra de nosotros y les ganamos por el 60 por ciento. De manera que, vamos, todo es relativo en esta vida".

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